En la región donde se localiza Mapimí, Pueblo Mágico de Durango, predomina un clima semicálido y semiseco con una temperatura máxima de 41º C y una mínima de 9º C.
El auge minero de los siglos XVIII y XIX en el norte de México dio como resultado peculiares pueblitos en los que perviven la belleza y esplendor de antaño, pero que ya no tienen nada que ofrecer a sus pobladores y visitantes más que sus historias y leyendas de épocas más prósperas.
Tal es el caso de Mapimí, en el estado de Durango, fundado hace más de 400 años en una región inhóspita en medio del desierto que sin embargo vio ir y venir personas de todo el mundo, que llegaron en la búsqueda de riquezas y fortuna.
Con un clima preponderantemente desértico, Mapimí es un Pueblo Mágico cuya belleza e interés histórico hace que sus visitantes ignoren el incómodo calor y se sumerjan en el misterio y las soberbias construcciones que permanecen en pie después de cuatro siglos de tragedia y prosperidad.
El legendario Camino o Ruta de la Plata, que pasa por los estados de Durango, Chihuahua y Zacatecas, encontró a una de sus estrellas cuando en el siglo XVI Fray Servando de Ojuelos, al mando de una expedición evangelizadora, encontró en la montaña las vetas de la mina de Santa Rita y avisó a la Corona Española para comenzar su explotación.
A partir de entonces se erigieron los poblados de Ojuela y Mapimí, uno en la entrada de la mina y otro al pie de la montaña.
Actualmente, el templo del Señor de Mapimí, edificado en 1772, puede ser visitado en el centro de Mapimí, aunque la escultura original se halle en el mencionado Cuencamé.
Otro lugar de Mapimí en el que se vivió la historia de México es el Callejón de las Flores, donde se ubica la casa que perteneció a Margarito Barrera, compadre del general de la Revolución Mexicana Francisco Villa.
La diversidad de la población de Mapimí y Ojuela se ve reflejada en la Iglesia de Santiago Apóstol, justo enfrente de la plaza principal, pues se trata de una construcción del siglo XVIII, de cantera labrada y clásico estilo barroco que sin embargo tiene una peculiar fachada con detalles mudéjares, término árabe utilizado para designar a los musulmanes que permanecieron viviendo en territorio conquistado por los cristianos.
La historia de Mapimí, como la del norte de México en general, se narra a través de la felicidad y la tragedia de sus pobladores.
Por ello, resulta muy interesante visitar las lápidas del Panteón de Mapimí, que por cierto, es el mejor punto para ver la silueta de La India en el cerro.
Este Pueblo Mágico duranguense quedó justo en medio del Camino Real de Tierra Adentro, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO por haber servido 300 años como la ruta comercial y cultural más importante entre la Nueva España y el norte del país, que abarcaba hasta Santa Fe, en Nuevo México, lo que llevó al país a ser el reino más grande y esplendoroso del continente americano.
En lo alto de la montaña, el pueblo de Ojuela es hoy en día un lugar fantasmagórico. Entre el siglo XVIII y principios del XX, llegó a tener más de 3,000 habitantes, energía eléctrica, agua potable, iglesia, escuela y lujos citadinos como salón de baile, teatro y varias tiendas.
En la entrada de la mina de Ojuela, se encuentra el puente del mismo nombre; se trata de una impresionante obra de ingeniería, construida en madera y acero, y único en su tipo en América Latina.
Fue levantado en 1892 por el ingeniero alemán Santiago Minhguin para comunicar el yacimiento principal con las bocas menores y transportar el metal hasta los patios del pueblo.
Resulta muy emocionante para los visitantes recorrer los 318 metros que tiene de lado a lado mientras el viento ruge sobre sus 110 metros de profundidad; si se busca aun más adrenalina, existen tres tirolesas a lo largo del puente para experimentar la sensación de aventarse al vacío mientras se disfruta el paisaje.
Otra de las atracciones subterráneas de la región son las Grutas del Rosario, 24 kilómetros al oeste de Mapimí, que desde 1964 son visitadas por miles de turistas cada año.
Para llegar, es necesario atravesar un camino de terracería culminado por una empinada subida de 200 escalones, que conducen a 500 metros de recorrido en cuatro galerías conectadas una tras otra, formando un descenso de casi 30 metros.
A pesar de su extenso legado histórico, Mapimí es conocida en el mundo principalmente por la Reserva de la Biósfera Bolsón de Mapimí, zona de 103,000 hectáreas reconocidas por la UNESCO por su riqueza en flora y fauna, a pesar de estar en medio del desierto.
El punto más socorrido por los visitantes es el conocido como la Zona del Silencio, que desde la década de los 70, cuando un misil estadounidense cayó en sus arenas, ha sido cuna de mitos y leyendas que afirman la existencia de curiosos fenómenos, como la incapacidad para captar ondas de radio y la proclividad para la caída de meteoritos, que por cierto, son hermosos. Lo que es cierto es la singularidad de su flora y fauna, que incluye nopales de color morado y enormes tortugas de extraño caparazón, las más grandes de América del Norte.
La gastronomía del Pueblo Mágico de Mapimí no es muy diferente de la que prevalece en la zona norte del país: platillos como pancita de chile colorado, chicharrón con nopales, carne de cerdo con calabacitas y elote, gorditas, caldo de res, enchiladas, sopa de lentejas, queso asado con jamón y chorizo, suculentos cortes de carne de res a la plancha acompañados con papas y frijoles, combinados con delicias locales como el cabrito en ataúd, que se tiene que pedir con antelación porque tarda horas en hornearse, con resultados deliciosos.
Por obvias razones, en Mapimí es muy fácil adquirir piedras preciosas, y existe toda una variedad que incluye cuarzos, geodas, piedras endémicas y rosas del desierto, entre muchas otras, que son trabajadas por los artesanos para elaborar bella joyería, accesorios y objetos utilitarios como bolsas y morrales, además de esculturas y figuras talladas en piedra caliza.
Con una asistencia turística que se ha ido incrementando en grandes cantidades cada año a partir de su nombramiento como Pueblo Mágico, la capacidad hotelera de Mapimí a menudo se ve rebasada y tiene que apoyarse en la de Torreón, la capital de Coahuila.
No obstante, existen varios hoteles de diferentes precios, que ofrecen los servicios necesarios para una tranquila estancia.
En la mayor parte del municipio predomina un clima semic�lido y semiseco con una temperatura m�xima de 41� C y una m�nima de 9� C.