Visita el Panteón de Dolores el Día de Muertos
El Panteón de Dolores es un estupendo sitio para visitar durante la celebración del Día de Muertos.
Se trata de un gran camposanto localizado en las cercanías del Bosque de Chapultepec, en la capital mexicana. Uno de los elementos de mayor relevancia en el Panteón de Dolores es la Rotonda de las Personas Ilustres, inaugurada en 1872.Allí reposan los restos de importantes personalidades de la política, la cultura y la ciencia de nuestro país: ese es el caso de diferentes exmandatarios, militares y políticos; los literatos Ramón López Velarde y Salvador Díaz Mirón; los pintores David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Diego Rivera y Juan O'Gorman y también importantes científicos.
Cuando se visite el Panteón de los Dolores durante el Día de Muertos vale la pena poner atención en los detalles arquitectónicos y escultóricos de los mausoleos y tumbas.
Este cementerio es uno de los más grandes de la capital del país y de los más antiguos también. Se ubica entre la segunda y la tercera sección del Bosque de Chapultepec.El lugar fue abierto por Juan Manuel Benfield y su consorte Concepción Gayosso y Mugarrieta, quien fuera también fundadora de “Eusebio Gayosso y Compañía” firma con más de un siglo dedicada a los servicios funerarios en el territorio mexicano.
El nombre que tiene el Panteón de los Dolores se debe a que ese sitio fue edificado durante una superficie plana denominada tabla de Dolores. La presencia del Panteón de Dolores facilitó el cierre de panteones menores localizados en el centro de la Ciudad de México como el cementerio de Santa Paula y el de San Fernando ubicados en la zona donde se encuentra actualmente la colonia Guerrero, en el entorno de la Delegación Cuauhtémoc.Ahora bien, son numerosas las historias y leyendas relacionadas con el primer camposanto civil de la capital mexicana.
Una de ellas es la anécdota acerca del Angelito-Diablillo que se muestra ante los visitantes surgiendo de las tumbas de mayor antigüedad. También es interesante la leyenda de la estatua del soldado, que se aparece cerca de la tumba de Venustiano Carranza y la del famoso Charro Negro, que se muestra ante los visitantes como un doliente para luego, sorpresivamente, manifestar su real y demoníaca presencia.También hay una historia que trata acerca de un niño que se aparece entre las avenidas y paseos del cementerio y que le pide a los dolientes que los ayuden a llegar con su madre porque se siente triste y solo para luego desaparecer mientras se escuchan en los alrededores los lamentos de niños y mujeres, especialmente en la zona de hornos.
Hay algunas personas que han visitado el Panteón de Dolores y afirman haber observado a Diego Rivera frente a un caballete pintando entre las tumbas.Como quiera que sea por el hecho de que la celebración del Día de Muertos es una de las más importantes del calendario festivo de nuestra nación, resulta por demás interesante acudir a un cementerio con tanta historia y prestigio como el Panteón de Dolores.
Es un lugar que vale la pena conocer por la belleza de sus mausoleos, el melancólico ambiente que conforman las hileras de tumbas y los admirables detalles arquitectónicos que pueden admirarse por doquier.Hay una "reciente" anécdota que aumenta aún más el interés que despierta el Panteón de Dolores para visitar el Día de Muertos.
Se cuenta que algunos desaparecidos políticos eran enterrados en la fosa común del camposanto y en el año 2000 un grupo de estudiantes exploró una cueva en la barranca norte. Allí se hallaron centenares de huesos humanos, lo cual causó alarma entre la población capitalina. No obstante posteriormente se supo que esa zona era utilizada como osario por el personal que labora en el camposanto.Otra anécdota interesante relacionada con el Panteón de Dolores tiene que ver con el soldado Figueroa, una presencia fantasmal que se ha avistado por las noches vigilando el cementerio.
El 24 de agosto de 1882 abrió sus puertas el Panteón de Dolores y en ese mismo año fue instalada una línea de tranvía movilizada con animales que servía para que los capitalinos transportaran en tranvías especiales los cuerpos de los fallecidos para ser enterrados en el camposanto.