El Programa de los 177 Pueblos Mágicos de Mexico, desarrollado por la Secretaría de Turismo en colaboración con diversas instancias gubernamentales y gobiernos estatales y municipales, contribuye a revalorar a un conjunto de poblaciones del país que siempre han estado en el imaginario colectivo de la nación en su conjunto y que representan alternativas frescas y diferentes para los visitantes nacionales y extranjeros. Más que un rescate, es un reconocimiento a quienes habitan esos hermosos lugares de la geografía mexicana y han sabido guardar para todos, la riqueza cultural e histórica que encierran.

Guachochi la Sierra Tarahumara

Nota sobre Guachochi la Sierra Tarahumara

Ubicado a unas tres horas de Parral, entre cerros suaves que comienzan a elevarse y una vegetación que se vuelve cada vez más frondosa, emerge Guachochi, una pequeña ciudad que se alza como la puerta de entrada a las majestuosas Barrancas del Cobre en el estado de Chihuahua. En este lugar, dos mundos aparentemente diferentes conviven: los mestizos y los tarahumaras. Lo que comenzó como una relación marcada por las tensiones del pasado, hoy se ha transformado en una coexistencia basada en el respeto mutuo, gracias en parte a la creciente apuesta por el ecoturismo, que ha favorecido a ambos grupos.

Guachochi está emergiendo como un destino turístico que combina lo mejor de la naturaleza y la cultura. Con proyectos como el Lago de Las Garzas, Agua Caliente, y la Barranca de Sinforosa, esta ciudad se está posicionando como una alternativa única para aquellos que buscan aventura, tranquilidad y una experiencia auténtica en el corazón de las Barrancas del Cobre. Además, el involucramiento activo de los tarahumaras en estos proyectos asegura que el desarrollo turístico respete y preserve las tradiciones y el entorno natural de la región.

Este pequeño rincón de Chihuahua ofrece mucho más que paisajes impresionantes; es un lugar donde la historia, la cultura y la naturaleza se entrelazan, ofreciendo a los visitantes una experiencia inolvidable.

Historia y Convivencia

El origen de la convivencia entre mestizos y tarahumaras no ha sido fácil. A principios del siglo XX, la industria maderera llevó a los mestizos a asentarse en la región, provocando una serie de injusticias hacia los habitantes originales de las tierras: los tarahumaras, también conocidos como rarámuris. Durante décadas, la explotación de los recursos naturales y la falta de derechos de los pueblos indígenas marcaron una profunda desigualdad. Sin embargo, a lo largo del tiempo, las condiciones han mejorado. Hoy, en los días de mercado, cada quince días, los tarahumaras descienden desde las recónditas barrancas para comerciar y compartir sus productos con los "chabochis", como llaman a las personas de piel más clara.

La transformación de esta dinámica ha sido impulsada en gran medida por el ecoturismo. Con el apoyo del gobierno, Guachochi ha encontrado su lugar como una alternativa frente a Creel, el tradicional punto de entrada a las Barrancas del Cobre. Sin embargo, Guachochi ofrece algo único: una colaboración estrecha con los tarahumaras, quienes ahora participan activamente en la administración y conservación de sus propias tierras.

Proyectos de Ecoturismo en Guachochi

Guachochi, cuyo nombre significa "lugar de garzas" en la lengua tarahumara, está avanzando rápidamente en el desarrollo de proyectos turísticos sostenibles. Uno de los puntos destacados de la región es el Lago de Las Garzas. Este lago ofrece a los visitantes la oportunidad de pescar truchas o simplemente relajarse mientras navegan en un barco de pedales. Es un espacio que invita a la tranquilidad y la conexión con la naturaleza, a la vez que mantiene el respeto por el entorno y las tradiciones locales.

No muy lejos de ahí se encuentra El Salto, un parque que toma su nombre de la cascada de 15 metros que lo atraviesa. Este pequeño pero pintoresco parque tiene planes de expansión, incluyendo la instalación de una serie de tirolesas que permitirán a los visitantes experimentar la emoción de cruzar sobre el cañón mientras disfrutan de las impresionantes vistas. Este tipo de infraestructura no solo atrae a los turistas amantes de la aventura, sino que también beneficia a la comunidad local al generar empleos y oportunidades de negocio.

Otro de los proyectos clave es Agua Caliente, ubicado a unos 40 minutos de Guachochi por carretera y una media hora más por terracería. Este sitio alberga manantiales con aguas termales que brotan a temperaturas entre los 40 y 45 grados centígrados. Aquí, un grupo de ejidatarios ha construido albercas, cabañas y asadores, ofreciendo a los visitantes un lugar de descanso en medio de un paisaje impresionante. Las aguas termales han sido utilizadas durante siglos por los tarahumaras, y ahora los visitantes pueden disfrutarlas mientras aprenden sobre las tradiciones de este pueblo. Los tarahumaras, conocidos por su hospitalidad y buena disposición para conversar, guían a los visitantes siempre y cuando se respete su espacio y no se les fotografíe de manera invasiva.

La belleza de Agua Caliente es especialmente notable en verano, cuando los paisajes verdes de la sierra se combinan con las cálidas aguas de los manantiales, creando un ambiente perfecto para acampar y realizar caminatas. Es un lugar donde la naturaleza y la cultura se entrelazan, ofreciendo una experiencia única tanto para los turistas como para los habitantes locales.

Laguna de Ochócachi y la Barranca de Sinforosa

A solo unos minutos de Guachochi, se encuentra otro tesoro natural: la Laguna de Ochócachi. Esta laguna es un lugar frecuentado por los lugareños los fines de semana, quienes van a pescar o a acampar. Los atardeceres en Ochócachi son espectaculares; el cielo y el agua parecen fusionarse en un juego de colores que va del anaranjado al azul, al violeta y finalmente al negro. Es un sitio ideal para quienes buscan desconectarse del bullicio de la ciudad y sumergirse en la tranquilidad de la naturaleza.

Finalmente, no se puede hablar de Guachochi sin mencionar la majestuosa Barranca de Sinforosa, una de las joyas más impresionantes de la región. Ubicada a tan solo 20 minutos de la ciudad, esta barranca ofrece vistas panorámicas de cañones gigantescos y paisajes llenos de color. Pasar unos minutos en alguno de sus miradores no solo es un deleite visual, sino que también ofrece una sensación de paz y serenidad que perdura mucho después de abandonar el lugar. La Barranca de Sinforosa es un recordatorio de la grandeza de la naturaleza y un testimonio del poder curativo que tienen los paisajes naturales sobre el espíritu humano.