La impresionante escalinata que conduce a la Iglesia del Calvario recibe a los visitantes de Metepec, Estado de México, con la hermosa vista de la imagen que les ha dado identidad a los artesanos alfareros del pueblo: los árboles de la vida, depositarios de una larga tradición que tiene su origen desde la antiquísima época prehispánica.
Sumado a su frío aunque agradable clima, y a una vibrante vida cultural, este Pueblo Mágico es el escenario perfecto para un inolvidable fin de semana.
Asentado sobre una zona lacustre y rodeada de pantanos, en las inmediaciones de los ríos Verdiguel y Lerma, el suelo de Metepec fue hogar de fauna pleistocénica cuyos restos quedaron enterrados, y apenas hace pocas décadas han vuelto a salir a la luz en forma de descubrimientos paleontológicos.
La riqueza natural de la región trajo consigo un florecimiento cultural y artístico, sembrando la semilla de la larga tradición alfarera que ha permeado hasta nuestros días.
Al principio, se trataba de piezas utilitarias, como vasijas para transportar y almacenaragua y alimentos, que con el tiempo derivaron en cosas más complejas como figurillas humanas y representaciones de la vida cotidiana.
Bajo la sombra de la cultura teotihuacana, en este Pueblo Mágico se asentaron grupos otomíes y mazatlincas cuyas raíces perduran en la actualidad en comunidades aledañas como San Miguel Totocuitlapilco y San Mateo Cuaxustenco. El Cerro de los Magueyes (de donde toma su nombre Metepec) constituyó así un importante centro ceremonial que los evangelizadores españoles pretendieron convertir en un punto de adoración católica.
La conquista cristiana de Metepec comenzó en 1526, cuando se dedicó su territorio a San Juan Bautista en lo espiritual y a Juan Alonso Gutiérrez de Altamirano, primo de Hernán Cortés, en lo administrativo. La naciente ciudad quedó casi destruida hacia 1550 por un sismo volcánico, pero en poco tiempo se levantó de nuevo y para 1570 contaba ya con un importante convento franciscano que fungió como sede de la Santa Inquisición. Siguieron años turbulentos, abundantes en epidemias, edificación de casas señoriales y templos, conflictos de tierras, y confrontación de ritos y tradiciones.
Uno de los hechos históricos más notables en tierras metepequeñas tuvo lugar cuando en octubre de 1810 el cura Miguel Hidalgo pasó por ahí en su camino hacia Santiago Tianguistenco, antes de la batalla del Monte de las Cruces, y se le unieron numerosos lugareños. Posteriormente en 1848, durante la invasión de Estados Unidos, Metepec se convirtió en la capital del estado entre febrero y abril al instalarse en su centro los poderes del Congreso.
Un siglo entero transcurrió entre las escaramuzas de la Reforma y la Revolución Mexicana, a las que Metepec sobrevivió. A partir de 1960, el crecimiento de la cercana ciudad de Toluca absorbió a los pueblos aledaños y pobló la zona con numerosos centros comerciales y zonas residenciales, que le brindaron a Metepec un gran impulso turístico y económico, al grado de que ahí se encuentra la zona residencial más exclusiva del estado y una de las mayores zonas financieras del Valle de Toluca.
Los barrios que integran este encantador Pueblo Mágico están tapizados de pintorescas construcciones con paredes de colores brillantes y techos de teja roja, que albergan galerías de arte, bares, restaurantes, pulquerías, cafeterías y tiendas de artesanías, entre otras, pero también son el hogar de la fuerte tradición religiosa del lugar. Por ello, Metepec está tapizado de templos, dedicados a los santos que protegen y amparan a los metepequeños.
El primero es el Convento Franciscano de San Juan Bautista, edificado en estilo renacentista durante el siglo XVI. Se trata de una austera obra tipo fortaleza, característica de la orden religiosa que habitó en ella. Está conformado por el templo, la capilla abierta, el portal de peregrinos, los claustros y la huerta. Actualmente, funciona como Museo de Arte Religioso, en el que destaca un retablo proveniente de 1570, y por ello el más antiguo que se conserva en el país.
En las paredes de este museo permanecen restos de pinturas murales, que representan acontecimientos religiosos como la Asunción de María y motivos prehispánicos como los caballeros Águila y Jaguar. En sus salas se muestran también los vestigios arqueológicos y paleontológicos encontrados en la zona, como un colmillo fosilizado de mamut y algunos de los códices que han servido para reconstruir la historia de Mesoamérica.
El segundo recinto en importancia es la Iglesia del Calvario, que se ha convertido en todo un símbolo del pueblo por su ubicación en las faldas del Cerro de los Magueyes. Desde su portal de madera maciza, se puede apreciar la totalidad de la ciudad de Metepec y más allá, hasta la autopista que conduce a Toluca. También llamado Santuario de la Virgen de los Dolores, este templo de estilo barroco alberga en sus profundidades entierros y vestigios prehispánicos que fueron cubiertos a propósito por los franciscanos.
A los pies de este templo puede apreciarse una representación enorme de "La Tlanchana", personaje de la imaginería indígena que se aparecía entre las aguas de los manantiales, y que los españoles comparaban con las míticas sirenas. Dicha figura es utilizada frecuentemente como base de los árboles de la vida, representaciones de la esencia de la existencia y de las etapas que atraviesan los seres humanos.
Otros templos que vale mucho la pena visitar son las capillas de la Purísima Concepción y de San Nicolás, así como los templos de San Bartolomé, San Miguel y Santa María Magdalena, sobre todo en las fechas de las fiestas patronales de cada santo.
Si bien la belleza de Metepec en su totalidad atrae como miel a las abejas a visitantes de todos lados del país, e incluso del extranjero, sobre todo en sus frescas noches llenas de música, luces y alegría, resaltan algunos puntos del municipio como sitios imperdibles. Por supuesto, el mirador que se levanta en lo alto de la Plaza de los Magueyes, un plácido sitio rodeado de estas peculiares cactáceas por donde se puede pasear y contemplar el tiempo pasar mientras se disfruta una deliciosa nieve o un elote preparado.
Este jardín se conecta directamente con el convento de San Juan Bautista, y en su parte posterior existe una fuente de doz pozas por la que atraviesa un hermoso puente de piedra, ideal para tomarse la foto del recuerdo. A escasos kilómetros, hacia las afueras del pueblo, el Parque Ambiental Bicentenario recibe a todos aquellos que busquen realizar actividades deportivas y ecoturísticas, como senderismo, ciclismo, skate, yoga, básquetbol, futbol, paseos en lancha y campamentos de concientización ambiental, además de una amplia zona donde es posible jugar con las mascotas.
Para adentrarse en la extensa obra alfarera de este Pueblo Mágico, resulta muy interesante visitar el Museo del Barro y el Centro de Desarrollo Artesanal. En el primero, se aloja una colección de más de tres mil piezas galardonadas durante 35 años de concursos nacionales, creadas principalmente por artesanos locales, así como las piezas ganadoras del Concurso Nacional de Alfarería Árbol de la Vida, que se realiza desde 1992. No obstante, la pieza más vistosa de este recinto es un mural de barro elaborado por 82 niños metepequeños de entre 8 y 11 años de edad.
En el Centro de Desarrollo Artesanal, las familias de artesanos encuentran un espacio digno y funcional donde pueden adquirir materias primas, elaborar sus obras y prepararlas para su exhibición y distribución. Este lugar cuenta con una bella y amplia sala de exposiciones, donde los turistas pueden acceder a lo mejor del trabajo artesanal regional.
En Metepec tienen lugar numerosas fiestas y actividades culturales durante todo el año. Bajo el programa "Cultura para Todos", los fines de semana se presenta en los diferentes recintos del pueblo la banda musical del Ayuntamiento, y se brindan talleres de artes plásticas, festivales escénicos, conciertos y exposiciones.
Cerca del 14 de febrero se lleva a cabo el Festival del Amor, en el que se realiza la lectura de la leyenda de San Valentín y las plazas se llenan de parejas bailando sones y danzones, música de mariachi, rondallas y grupos musicales reconocidos a nivel nacional e internacional.
En el mes de la primavera, Metepec recibe a la estación más bella del año con el ritual prehispánico del Fuego Nuevo, en el que se interpretan danzas aztecas en la explanada de la Iglesia del Calvario por los danzantes del pueblo de Ixtlahuaca, se lee poesía y se narran leyendas prehispánicas.
También, en el segundo fin de semana del mes se celebra el Festival Musical Metepec Canta, en la explanada del Parque Juárez y en los centros nocturnos de la ciudad, en el que se intercalan artistas locales y de renombre para interpretar desde trova hasta rock.
La fiesta religiosa más importante del año es la de San Isidro Labrador, el protector de la siembra, que se festeja en mayo con eventos deportivos y culturales, exposición de artesanías, productos agrícolas e industriales, y el Paseo de los Locos, que implica desfile de yuntas, danzas de sembradores y palenques.
Los últimos meses del año se dedican a la cultura con el Festival de la Quimera, en el que participan artistas, músicos, cineastas, pintores, escritores, intelectuales, talleristas y artesanos de México y del mundo, con la finalidad de mostrar todas las riquezas culturales posibles. En este vibrante festival se pueden disfrutar recitales, conciertos, danzas, teatro, conferencias, muestras pictóricas, y exposición de artesanías tanto del Estado de México como de todo el país.
Por último, del 30 de octubre al 2 de noviembre tiene lugar una impresionante exposición de ofrendas, que se instalan en la Casa de Cultura de Metepec y en las escalinatas del Calvario, cada año con temáticas y materiales diferentes. En ella, diversas escuelas e instituciones presentan sus propias ofrendas, aunque la pieza central corresponde a los restos óseos de un entierro matlatzinca encontrado en el Cerro de los Magueyes.
A un lado de las escalinatas se encuentra un mercado de comida, de aspecto muy sencillo pero que alberga una gran muestra de la riqueza culinaria de la zona, representada por deliciosas aguas de fruta, café de olla, tortas, tacos y antojitos como enchiladas, flautas, sopes, quesadillas y unos deliciosos pambazos de mole verde. También, en los alrededores del centro existe una enorme variedad de bares, cafeterías y restaurantes, como la encantadora El Quintal, la Hacienda Los Olivos y La Cantrina.
Metepec es un pueblo alfarero por excelencia. Quienes visitan este magnífico pueblo mexiquense, por lo general resultan asombrados por las verdaderas obras de arte que realizan los maestros alfareros del lugar. Basta con pasear por pintorescos barrios como Santa Cruz, San Mateo, San Miguel, Coaxustenco y Santiaguito, en algunas de las muchas tiendas de artesanías que allí se localizan, para hallar antojables piezas: soles y lunas, calaveras, candeleros, imágenes sacras, coronas para celebrar el adviento y muchas otras más.
Existen opciones de hospedaje para todos los gustos en este bello Pueblo Mágico. Una de las más interesantes es el Bio Hotel Metepec, lleno de obras de arte debido a que en el pasado fue un taller artesano y casa de una de las familias más reconocidas de Metepec; además, cuenta con numerosas ecotecnologías para provocar el menor impacto ambiental posible. Por su parte, en las Villas La Muralla y en el Gran Hotel Plaza Imperial pueden disfrutarse instalaciones lujosas y amplios espacios de descanso.
El clima es templado sub-h�medo y una temperatura media anual de entre 12� y 16� C.