Dolores Hidalgo, Pueblo Mágico de Guanajuato, es el punto de partida para explorar la Ruta de la Independencia. La primera parada es la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, construida entre 1712 y 1778, depositaria del nacimiento del México independiente al repicar sus campanas en la madrugada del 16 de septiembre de 1810.
Fue entonces que miles de criollos y campesinos sumaron fuerzas para marchar juntos y exigir la emancipación de la Corona española, que gobernaba gran parte del continente americano en condiciones de desigualdad y descontento social.
El templo tiene una fachada churrigueresca de cantera rosa, cuyo relieve alude al episodio de la muerte de Jesús en la cruz. En el altar principal, se adora a la advocación dolorosa de la Virgen María, justamente por la muerte de su hijo; a sus lados se conservan dos retablos de madera tallada que datan de principios del siglo XIX.
Dentro de las torres de tres cuerpos de la iglesia se encuentra una réplica de la campana que tañió don Miguel Hidalgo y Costilla, pues la original fue trasladada al Palacio Nacional, en la Ciudad de México, que es tañida cada año por el presidente en turno para conmemorar la independencia del país.
La Casa del Diezmo, donde habitó el cura de 1804 a 1810, es hoy el Museo Casa Hidalgo, que después de más de un siglo de saqueos y usos militares, fue recuperada en 1957 por su valor como Monumento Histórico. En sus habitaciones fueron recreados el ambiente y mobiliario de la época para exhibir objetos y documentos relacionados con el "Padre de la Patria", como vestidos ceremoniales, el estandarte de la Virgen de Guadalupe, el primer decreto de abolición de la esclavitud y la urna funeraria que contiene sus restos mortales.
En los museos de la Independencia y Bicentenario puede explorarse más hondo en los acontecimientos de la Guerra de Independencia.
El primero se encuentra en un inmueble del siglo XVIII que se concibió para contener la primera cárcel de la Congregación de Nuestra Señora de los Dolores; en ella estuvieron presos algunos de los primeros soldados independentistas, que fueron liberados por el cura Hidalgo para unirse a la lucha. En 1975, al conmemorarse 175 años de la gesta social, se transformó en museo con una semblanza sobre la vida del cura Hidalgo y una exposición de arte popular, así como un homenaje a José Alfredo Jiménez, célebre compositor oriundo del pueblo.
Por su parte, el Museo del Bicentenario se encuentra en la que fuera el hogar de Mariano Abasolo, militar e insurgente mexicano.
Tras albergar por más de un siglo a los poderes del estado, y haber recibido a figuras históricas tan importantes como Benito Juárez y Maximiliano de Habsburgo, en 2010 fue remodelado para exhibir 827 piezas que incluyen joyas, armas, música, retratos, objetos utilitarios y vestimentas, repartidas en cinco salas que presentan la época del Porfiriato, sobre todo en lo concerniente a la celebración del Centenario de la Independencia, y el México de principios del siglo XX a través de la economía, costumbrismo y la vida cotidiana.
También se puede admirar una colección de cien fotografías pertenecientes al archivo de la Alhóndiga de Granaditas, acerca de la Revolución Industrial y el México post revolucionario.
Existe también un curioso museo llamado Descendientes de Hidalgo, que relata la historia de la familia e hijos que tuvo el célebre religioso, así como algunos pasajes de su vida durante el sacerdocio y cómo inició el movimiento de Independencia.
Además de su importancia para la Ruta de la Independencia, en Dolores Hidalgo se le rinde un enorme culto al cantante y compositor de música vernácula José Alfredo Jiménez. Hijo de Agustín Jiménez Albo y de Carmen Sandoval, nació en enero de 1926 en este hermoso Pueblo Mágico, en el que su padre administraba una próspera farmacia llamada "San Vicente", de donde salía el sustento para sus cuatro hijos.
Por la belleza, sinceridad y simplicidad de sus letras, la obra de José Alfredo se arraigó fuertemente en la cultura popular mexicana; sus canciones tratan emociones como el amor y el desamor, la ternura, el odio, la ira y el desengaño, insertas en escenas de la vida cotidiana, sobre todo en el campo y la provincia.
Los homenajes que se le han rendido en su pueblo natal pueden conocerse en diferentes puntos. En el Museo José Alfredo Jiménez, ubicado en la casona que habitó de niño, se presenta de manera cronológica y temática un recorrido por los diferentes aspectos de su vida y obra a través de composiciones gráficas, fotografías, ambientaciones sonoras, videos y cancioneros interactivos, objetos personales, discos, trofeos, diplomas y otros testimonios de los múltiples homenajes que recibió y continúa recibiendo.
Uno de los sitios preferidos de los mexicanos para escuchar las canciones de José Alfredo son las cantinas, como El Incendio y La Hiedra, en el centro, donde el tiempo parece haberse detenido, y que pueden ser visitadas en la Ruta de Cantinas que se organiza cada año en el marco del Festival Internacional José Alfredo Jiménez, cada mes de noviembre, en el que cientos de personas caminan por las calles cantando con mucho sentimiento, entonados por el mezcal y el tequila.
En el cementerio principal de Dolores se levantó en 1998 el mausoleo del portentoso cantante, que es visitado día tras día por cientos de fanáticos. Su pintoresco diseño consiste en un gigantesco sombrero con un pebetero en la parte inferior, coronado por el epitafio en letras de bronce: "La vida no vale nada". A un lado, se yergue sinuosamente un sarape multicolor hecho en azulejo de Dolores Hidalgo, en cuyo cuerpo se pueden leer los títulos de sus canciones más memorables.
Los platillos más ricos y tradicionales de Dolores Hidalgo son los chiles rellenos y el mole, acompañados por un buen tequila, pero lo que le ha brindado más fama al pueblo son sus nieves y helados, gracias al exotismo de sus sabores: cerveza, nopal, tequila, aguacate, camarón, mole, sábila, queso y mantecado, entre muchos otros.
Estos pueden ser disfrutados en los alrededores de la plaza principal, así como en restaurantes de amplia tradición local como El Carruaje, donde además pueden probarse delicias como las pechugas rellenas de flor de calabaza o el chile de chorro relleno de frijoles y queso, bañado con nata de leche al horno. Resulta imperdible también visitar la comunidad de El Llanito para probar sus atoles de puzcua, hechos con maíz prieto cocido en cal.
En Dolores Hidalgo se ha conservado una tradición alfarera centenaria, heredada de los conquistadores españoles: la cerámica vidriada o mayólica, que ha sido el sustento por generaciones para familias como la Contreras, en cuyo taller de talavera se elaboran exquisitos platos, tazones y floreros.
Dolores Hidalgo se localiza a 54 kilómetros de la ciudad de Guanajuato; para llegar en automóvil es necesario conducir por la Autopista Federal 110.
En avión, AeroMéxico, VivaAerobus y Volaris llegan a Guanajuato, desde donde salen los autobuses de Primera Plus hacia el Pueblo Mágico.